Receta para los Torrijeros de Semana Santa

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[av_heading heading='Receta de Torrijas de Leche' tag='h3' style='blockquote classic-quote' size='' subheading_active='subheading_below' subheading_size='15' padding='10' color='' custom_font='']
por Miriam García
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Escribía yo hace poco que para mí las torrijas por antonomasia son de leche; ni de vino ni de almíbar ni de nada que se le parezca. Es la tiranía de la infancia, lo que has mamado de pequeño queda grabado a fuego en tu cerebro y tus costumbres como una verdad universal. Y si no sales de tu pueblo ni ves un poquito de mundo, te crees de verdad que esto es así y que las torrijas de leche se comen igualitas que las que hacía tu madre hasta en Gambia.

Pero basta de filosofar y vamos a entrar en materia: una buena torrija solo precisa de un buen pan sentado, duro al menos del día anterior, no es imprescindible que el pan sea especial para torrijas; de una leche de calidad y de una mano que las prepare con cariño. ¿Tenéis de todo esto? Entonces estáis preparados para ser maestros torrijeros. O torrijistas.

Ingredientes

  • 1 barra de pan del día anterior
  • 1 litro de leche
  • 1 palo de canela
  • peladura de naranja o limón (facultativo)
  • 75 g de azúcar
  • 1 palo de canela
  • 2-3 huevos grandes
  • aceite de oliva suave o de girasol
  • azúcar y canela molida adicionales para espolvorear.

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Elaboración

  1. Cortamos el pan en rebanadas en oblicuo, como un salchichón y como es tradicional. Cuanto más seco está el pan más leche absorbe y más cremoso queda el interior de las torrijas (aunque más difíciles son de manejar); yo suelo cortar las rebanadas del pan la noche anterior, así me aseguro de que al día siguiente están más secas que la mojama.
  2. Ponemos la leche en un cazo con el palo de canela, el azúcar y las peladuras de cítricos, si las usamos, y la llevamos a ebullición. En cuanto hierva apagamos el fuego y la dejamos reposar un par de minutos para que coja los aromas de la canela.
  3. Mientras infusiona la leche colocamos las rebanadas de pan en una fuente que pueda contener la leche, en una sola capa para que se empapen bien. Vertemos la leche caliente sobre ellas, como unos ¾ de litro. Al principio parecerá que hay mucha leche, pero el pan absorbe leche como un condenado y acaba desapareciendo de la fuente. Si al cabo de cinco minutos veis que ya no hay leche en el fondo, echaremos toda la que queda en el cazo. Dejamos reposar las rebanadas en la leche media hora.
  4. Calentamos el aceite en una sartén amplia a fuego medio-alto. Podemos poner una peladura de naranja en el aceite: cuando chisporrotee está listo. Bañamos cada torrija en huevo batido en un plato, manejándola con mucho cuidado con una espátula, y la pasamos al aceite caliente. Freímos las torrijas hasta que estén doradas por ambas caras, dos o tres minutos por cada cara debería ser suficiente si el aceite está a la temperatura adecuada.
  5. Si el aceite de nos ensucia en exceso por los residuos lácteos lo colaremos a mitad de fritura. Vamos sacando las torrijas a una fuente con papel de cocina para que absorba algo del aceite y las espolvoreamos de inmediato con azúcar y canela molida. Y a disfrutar.

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"Ragù alla Bolognese" o Salsa Boloñesa

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Os preguntaréis qué tiene que ver la leche con una salsa boloñesa. Pues mucho, porque la salsa boloñesa genuina y fetén, lo que en ningún sitio de Italia se llama así, sino ragù alla bolognese, lleva leche. Como lo oís. ¿Que os habéis quedado de piedra? Claro, así me quedé yo la primera vez que me topé con ello.

El auténtico ragù se caracteriza porque se cuece a fuego lento por lo menos un par de horas, haciendo chup chup sin meterle ninguna prisa, nada que ver con esas boloñesa que hacemos por aquí en 20 minutos. Que no os vea ningún italiano u os excomulgará.

Ah, y no le pongáis el ragù a unos espaguetis, mandan los cánones italianos que esta salsa es para pasta más ancha. Y hecha al dente, no lo olvidéis.

Ingredientes

  • 300 g de carne picada (puedes ser mitad y mitad de ternera y cerdo)
  • 50 g de panceta, 50 g de aceite de oliva virgen
  • 1 cebolla
  • 2 zanahorias
  • 400 g de tomates pelados (en conserva o frescos y escaldados)
  • 250 ml de vino blanco
  • 250 ml de leche entera
  • 250 ml de caldo de verduras o carne (mucho mejor si es casero)
  • 2 hojas de laurel, sal y pimienta al gusto.

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Elaboración

  1. Cubrimos el fondo de una sartén con el aceite de oliva. Picamos finamente la cebolla y la zanahoria, y las pochamos en el aceite a fuego lento, hasta que la cebolla esté transparente.
  2. Agregamos la panceta cortada en daditos y le damos unas vueltas hasta que se haga. Añadimos entonces la carne, subimos un poco el fuego y la cocinamos hasta que cambie de color.
  3. Vertemos el vino, mezclamos, y dejamos cocer destapado hasta que el vino se evapore por completo. Añadimos a continuación los tomates pelados, el caldo, la leche y el laurel. Tapamos y dejamos cocer a fuego muy lento por lo menos dos horas, removiendo de vez en cuando y partiendo los tomates con una espumadera a medida que están más tiernos. Vigilaremos de tanto en tanto para que no se quede seco el guiso; añadiremos agua si fuera así.
  4. Por último, salpimentamos a nuestro gusto y dejamos reposar. Estos guisotes, como bien sabemos, están más ricos de un día para otro. Y si os sobra no tenéis más que congelar alguna porción.

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Leche Priégola, la famosa leche de Madrid

El Blog de gastronomía "Mercado Calabajío" realizar un reportaje sobre los productos de Priégola.

La verdad es que en Madrid no nos podemos quejar de la gran cantidad de explotaciones ganaderas que tenemos en la periferia de la capital... para lo poco verde que queda ¿verdad?, pues sí, y es una auténtica maravilla. Hablar de la leche Priégola es hablar de una de las primeras leches de nuestra región, una de las pioneras del reparto de leche fresca a domicilio en toda nuestra comunidad. La empresa ha sobrevivido al imperio urbanísitico (aunque hubiera un traslado por necesidad), y por supuesto a las innumerables crisis del sector, que han sido muchas y duras. Además hoy por hoy Priégola es una de las leches frescas madrileñas más conocidas fuera de nuestro territorio, ya ha entrado dentro de muchas familias y es utilizada por muchos restauradores, entre otras cosas porque es bastante accesible y por su calidad per se.... Leer Más